Los protocolos son simplemente principios para una conducta adecuada. Los protocolos están diseñados para ayudarnos a administrar las gracias de Dios para el mayor beneficio de Su cuerpo.
Profeta Edgar Iraheta
COORDINADOR DE CI EN ESPAÑOL
El Movimiento Profético está pasando por uno de sus momentos más significativos de la historia actual. Dios está refinando a Sus profetas y pueblo profético.
Lo que está sucediendo no es inusual; incluso Pablo, el apóstol, tuvo que ayudar a sus iglesias a entender la profecía y los dones espirituales. Cuando escribió a la iglesia en Corinto, con frecuencia olvidamos que era una carta en respuesta a las muchas preguntas que tenían sobre su fe, y entre esas cosas estaban los dones espirituales.
Uno de esos dones es la profecía. Solo podemos suponer qué tipo de preguntas había recibido de las iglesias de Corinto. Muy probablemente incluían preocupaciones, malentendidos, abusos y extremos que pueden ser comunes cada vez que vemos profecías o dones espirituales en funcionamiento. Sin embargo, él respondió con sabiduría, enseñanza y amor. Dios nos está llamando a responder de la misma manera.
Todavía enfrentamos problemas similares a los que el apóstol Pablo enfrentó en la iglesia primitiva. Examinemos qué actitud tenía Pablo hacia el ministerio profético en general. ¿cuáles son las áreas que él animó a cultivar en sus iglesias para una cultura profética saludable?
La actitud de Pablo hacia la profecía
Conocemos la actitud de Pablo hacia los dones espirituales a través de sus escritos. Primero, Pablo dice: “No desprecien las profecías. Antes bien, examínenlo todo cuidadosamente, retengan lo bueno” (1 Tes. 5: 20-21). Podemos ver su actitud como de valor, aceptación y discernimiento hacia la profecía. Su actitud no fue de rechazar la profecía porque entendió que todo tipo de situaciones surgirían cuando los creyentes usaran sus dones para servir a Dios. En segundo lugar, dice: “En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que sean ignorantes” (1 Cor. 12: 1). Su segunda actitud fue de enseñar, que es el terreno perfecto para desarrollar profetas saludables y cultivar culturas proféticas saludables. Él Sabía que la mejor manera de abordar las preguntas era establecer una base sólida. Sus enseñanzas los ayudarían a evitar las trampas que vienen con la ignorancia al ejercitar sus dones espirituales.
Aquí hay tres áreas que serán de gran beneficio para examinar o recordar mientras atravesamos este momento oportuno que Dios ha dado a Su cuerpo.
Deja que el servicio sea tu manto
Los profetas están llamados a equipar a los santos para que lleven a cabo la obra que Dios los llamó a hacer. Esto lo logran sirviendo al cuerpo de Cristo. En Efesios, Pablo enfatizó esto diciendo: ” Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. (Efesios 4: 11-12). Hay dos preguntas que los profetas deben responder con respecto a su ministerio: ¿Equipo a los creyentes para escuchar a Dios? ¿Estoy edificando el cuerpo de Cristo? Todo lo demás es secundario. Todos los profetas deberían pertenecer a una iglesia local donde sirvan a los santos equipándolos para escuchar la voz de Dios. Esto también ayuda a los profetas a plantarse y a aprender desde una perspectiva pastoral cómo servir mejor y trabajar con otros pastores.
En 1 Corintios 12: 7 y 14: 3-4, leemos el propósito de la profecía y los santos proféticos. La profecía es para beneficio del cuerpo de Cristo para edificar, exhortar y consolar. Así como los profetas deben evaluar su ministerio a la luz de las Escrituras, los santos deben hacer lo mismo. ¿Utilizo mis dones para beneficiar al cuerpo de Cristo? ¿Es mi profecía edificante, exhortante y consoladora para el cuerpo de Cristo? Todo lo demás es secundario. Cada santo necesita servir a su iglesia local. Esto les ayuda a cultivar un corazón de servicio, una mentalidad de equipo y una actitud de aprendizaje.
Deja que el amor sea el líder
Pablo entendió lo fácil que sería desviarse usando sus dones espirituales si no tenían un líder que los guiara. Por eso dio prioridad a una verdad fundamental que rige todas las operaciones del ministerio profético. “Sigan el amor; y anhelen los dones espirituales, pero sobre todo, profeticen.” (1 Cor. 14: 1). Tanto el profeta como el santo profético deben hacer que el amor sea su líder en el ministerio. Una manera excelente de hacer esto es convertir 1 Corintios 13: 4-7 en preguntas: ¿Soy paciente? ¿Soy amable? ¿Me jacto o me he vuelto arrogante? ¿Soy grosero o tengo buenos modales? ¿Soy irritable y resentido? ¿Insisto en que siempre estoy en lo correcto? ¿Me regocijo en la verdad y no en la injusticia? ¿Lo soporto todo, todo lo creo, todo lo espero y todo lo soporto con amor?
Protocolos
Los protocolos son simplemente principios para una conducta adecuada. Los protocolos están diseñados para ayudarnos a administrar las gracias de Dios para el mayor beneficio de Su cuerpo. Los pastores de las iglesias locales tienen protocolos para casi todo lo que se hace, un protocolo para el cuidado de los niños, el ministerio de jóvenes, las finanzas, los ancianos de la iglesia, la consejería, etc. De la misma manera, podemos ofrecer protocolos a los profetas y santos proféticos para su éxito.
En 1 Corintios 14: 29-33, Pablo dice: “Y que dos o tres profetas hablen, y los demás juzguen. Pero si a otro que está sentado le es revelado algo, el primero calle. Porque todos podéis profetizar uno por uno, para que todos aprendan y todos sean exhortados. Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; porque Dios no es Dios de confusión, sino de paz, como en todas las iglesias de los santos.”(1 Cor. 14:29-33). Pablo establece un protocolo para asegurar que el cuerpo de Cristo reciba el máximo beneficio cuando están recibiendo el ministerio profético.
Estos protocolos fueron diseñados para:
- Fomentar el orden en cómo se llevaría a cabo el ministerio profético. Profetiza uno por uno.
- Alentar la evaluación de las palabras proféticas; Ningún profeta debería decir jamás que no necesitan rendir cuentas o ser evaluados en sus declaraciones proféticas.
- Cultivar actitudes enseñables y ánimo entre los profetas.
- Enseñar a los profetas que sus espíritus están sujetos a ellos; en otras palabras, no hay excusas para el desorden o para los profetas fuera de control.
- Establecer un estándar para medir el ministerio profético, que es paz y no confusión.
Mientras navegamos en esta temporada donde Dios está reformando y refinando lo profético, no despreciemos la profecía. En cambio, examinemos, enseñemos y, si es necesario, volvamos a colocar los cimientos que pueden haberse roto.