Palabras Proféticas: Pasando por el Cernidor

Cuando hablamos de asuntos proféticos, nos adentramos en un territorio poderoso, sin embargo, vivimos tiempos donde lo profético ha sido llevado a diferentes extremos.

Por un lado, existe el sensacionalismo profético: todos profetizan y pueden decir: “Así dice el Señor…”, y no es que no todos puedan profetizar, sino que algunos por falta de formación y carácter llegan a cometer errores que sirven de excusa para cerrar las puertas a lo profético. Por otro lado, lo profético ha sido encajonado en un perfil místico, de manera que las palabras y acciones proféticas cuentan con una fuerte carga de misticismo más que de espiritualidad, llevándonos a la frontera de lo “oculto”, una frontera que no debemos cruzar.

Ahora bien, ante estos casos, surgen las preguntas: ¿Qué hacemos con lo profético? ¿Cómo podemos saber que lo que he recibido de Dios es para ser profetizado o es una comisión de oración? ¿Cerramos nuestras puertas a lo profético o dejamos que lo profético fluya? ¿Cómo sé que Dios me está hablando y qué hacer con ello? Éstas son algunas de las preguntas que surgen y que es nuestro deseo poder ayudar a aclarar.

39 Por lo tanto, mis amados hermanos, con todo corazón deseen profetizar y no prohíban que se hable en lenguas; 40 pero asegúrense de que todo se haga de forma apropiada y con orden. 1 Corintios 14: 39 -40 (NTV).

A través de este pasaje, el Apóstol Pablo insta a los corintios y a cada uno de nosotros a permitir que lo profético sea una constante y, después de ello, introduce dos conceptos: DE FORMA APROPIADA y CON ORDEN. Para poder cumplir con estas dos cualidades y responder a las preguntas anteriores, queremos compartir contigo algunos puntos que nos permitirán pasar nuestras palabras proféticas por un cernidor.

Filtros para la revelación

1. Revelación

Es importante saber que TODOS recibimos revelación de parte de Dios, Él desea mostrarse y hablar a cada uno de nosotros, y, para hacerlo, usará nuestros sentidos, nos permitirá ver, oír o sentir en nuestro ser aquello que quiere mostrarnos. Debemos reconocer cuál es la forma en la que Dios se comunica mayormente a nuestra vida.

Cuando hablamos de revelación no estamos hablando de algo místico y complejo, sino que, en muchas ocasiones, Dios habla según el lenguaje del receptor, por ejemplo:

Dios habló:

  • A Moisés a través de una zarza que ardía. Éxodo 3
  • A Pedro y Andrés en el lenguaje de la pesca para que estos pudieran comprender su llamado. Mateo 4: 18 – 20
  • A Pedro a través de una visión pasa hacerle saber que las Buenas Nuevas tendrían que ser anunciadas a los gentiles. Hechos 10: 13 – 15.

La revelación es clara y precisa en los tres ejemplos anteriores. Cuando Dios nos revela algo, esta revelación será clara y precisa y, sobre todo, tiene un sustento bíblico. Cada vez que yo reciba una revelación, debo hacerme las siguientes preguntas:

¿De dónde vino esta revelación? ¿De mi espíritu, de mi alma o de mi carne? Muchas ocasiones estamos atribulados por los eventos a nuestro alrededor y lo que recibimos está influenciado por dichos eventos y existen casos dónde la revelación es resultado de un sentimiento o impresión personal, si este es el caso, debemos animarnos a afinar nuestra forma en la cual recibimos de Dios y, sobre todo, ser íntegros al reconocer el origen de nuestra revelación.

¿Es bíblico la forma y lo que recibo? Todo aquel que ama a Dios y fluye en lo profético debe tener como base y sustento su palabra, La Biblia. Debemos ser oidores y hacedores de la palabra de verdad. Santiago 1:22. Entre más comunión y fundamento (lógos) tengamos las revelaciones (rhémata) tendrán una mayor claridad y sentido. Recordemos que nuestra vara de medir no es el pensamiento del hombre sino el pensamiento mismo de Dios y, por ello, al ser una revelación un pensamiento expresado de Dios, éste siempre concordará con sus pensamientos ya escritos, su Palabra.

2. Interpretación.

Existe una regla acerca de la interpretación Bíblica, dada por los estudiosos de ésta: “La escritura se interpreta a sí misma”. Esto es poderoso, quiere decir que, a lo largo de toda la escritura, no encontraremos error y sí armonía y afirmación de cada palabra que Dios ha hablado. A pesar de estar escrita en diferentes temporadas y por diferentes hombres, la escritura concuerda en todo y nunca se contradice.

16 Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto. 17 Dios la usa para preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra. 2 Timoteo 3: 16 -17 (NTV).

Por ello, todo profeta debe ser un apasionado de la Palabra de Dios, y no sólo apasionado, sino un buen trazador de la misma (2 Tim. 2:15). Para ello es importante poder no sólo leer un pasaje y ya, sino leer el pasaje en su contexto. Esto nos permitirá conocer la idea clara de lo que Dios está hablando. Toda profecía debe tener una base bíblica, pero si no conocemos su palabra se nos será difícil encontrar esas bases necesarias para interpretar lo que Dios nos está hablando proféticamente.

Nos gustaría aclarar algo muy importante: todo extremo es peligroso, algunos podrán decir que mucha letra mata y otros que la ausencia de esto nos lleva a los errores bíblicos. Por ello recomendamos siempre situarnos a la mitad de ambas posturas: es necesario aprender para interpretar y también es muy necesario tener experiencias de comunión con Dios para conocer la forma en cual Él opera.  Que la letra cobre vida al ser practicada y estudiada.

Algo muy importante que también podría ayudarnos en cuestiones de interpretación es que toda revelación que recibamos sea expuesta a una comunidad madura y entendida. Recordemos:

Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; Mas en la multitud de consejeros hay seguridad. Proverbios 11:14 (RV-60).

Cuando compartimos con una comunidad lo que hemos recibido de parte de Dios y lo ponemos a prueba, damos muestra de nuestro corazón (humildad y la capacidad de ser enseñables), ya que al saber que esta comunidad es madura y entendida de lo profético, podemos hallar consejo, dirección y aún una mayor afinación respecto a lo que Dios nos está mostrando y como proceder con ello. Esto también será un blindaje para que en nuestro corazón no se asiente el orgullo y la vanidad. Compartir con otros es una señal de que hemos comprendido que somos parte del Cuerpo de Cristo.

3. Aplicación.

Toda revelación dada por Dios debe ser práctica. Cuando Dios habla, nos invita a actuar. Cuando la voz de Dios es manifestada, nos pone en movimiento con la finalidad de liberar, sanar, edificar, levantar. Podemos ver cómo a lo largo de la escritura cada vez que Dios habló, daba indicaciones para que las promesas fueran cumplidas, afirmaba los corazones respecto a la tarea que les había sido asignada y revelaba estrategias para resolver asuntos o ganar batallas.

He podido ver cómo en el momento en que Dios habla a su pueblo, éste comienza a ser movilizado y posicionado por la palabra que Dios está hablando a su corazón. Sí Dios te está hablando seguramente quiere que entres en movimiento, Él desea que avances, que crezcas y para ello está hablando. Él en este tiempo tiene el interés de glorificarse y por ello HABLA HOY. Cuando recibamos revelación de Dios acerca de algo, yo debo preguntarme: ¿a qué me está llevando esta revelación? No sólo a conocer, sino también a hacer.

4. Evaluación.

¿Recuerdas los momentos de evaluación en la escuela? Para algunos la palabra evaluación puede parecer no apropiada, sin embargo, cuando adquirimos un nuevo conocimiento, naturalmente es necesario que ese aprendizaje reciba una evaluación. Algo similar sucede con la palabra profética, ya que has pasado por los puntos anteriores, llegamos a éste, en el cual nuestra revelación debe pasar su prueba. Es en este punto donde revisamos si lo que yo he profetizado se puede medir en hechos, si hay evidencias de lo que hemos hablado.

Cumplimiento sería una palabra clave de esta evaluación. Sin embargo, hay palabras proféticas que no se cumplen debido a la actitud de aquellos que la reciben, eso será tema en otro momento. Lo que sí queremos destacar es si lo que yo he profetizado ha tenido un impacto conforme a lo establecido por Dios y si hay testimonio de ello a través del tiempo y los hechos.

Nuestra actitud ante la evaluación debe ser:

  • Velar.
  • Orar.
  • Pelear.

En muchas ocasiones deberemos esperar para ver el cumplimiento de la palabra profética y para ello debemos tener la actitud correcta.

Con estos consejos para cernir nuestra palabra profética, podemos tener una serie de filtros que nos permitirán crecer y desarrollarnos en lo profético de una forma sana y saludable, guardando la integridad de lo que recibimos de Dios y la de nuestro corazón. Así que te animamos a no dejar de profetizar y anhelar oír a Dios y crecer saludable en el ministerio profético.

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