Los profetas necesitan recordar que Dios puso al pastor como autoridad dentro de la iglesia local. Los cinco ministerios deben de colaborar como un equipo bajo la dirección del Espíritu Santo. Esto es posible cuando hay honra mutua, cuando cada uno conoce sus límites.
Profeta Cliff Bell
COORDINADOR DE CI MÉXICO
La honra engendra honra y favor.
En una ocasión el pastor de una iglesia bautista me invitó a ministrar en su iglesia porque fue presionado por su pastor asociado me había escuchado. Cuando llegué, sus primeras palabras a mí fueron: «Esta es una iglesia bautista. No creemos en profetas ni apóstoles modernos, ni tampoco en el bautismo del Espíritu Santo ni los dones.»
Yo le saludé con una sonrisa, y le agradecí por el honor de haber sido invitado, y le respondí: «Conozco bien la doctrina de la Iglesia Bautista, y amo a los bautistas. Mi mamá recibió a Cristo en una iglesia bautista. Amo a mis amigos bautistas, porque aman la Palabra de Dios, estudian la Biblia y la ponen en práctica mejor que muchos pentecostales. Los bautistas son apasionados por las misiones y el evangelismo. Yo comparto todos estos valores. Yo vine para servirle y no para provocar confusión. Reconozco su autoridad como pastor de esta congregación y someto a usted toda ministración que pretendo realizar aquí.»
El pastor pareció sorprendido con mis palabras. Yo continué: «Si usted me permite, y sólo si usted me da permiso, me gustaría presentar otra perspectiva bíblica acerca del bautismo del Espíritu Santo y el hablar en lenguas.» Después de pensarlo unos momentos me autorizó hacerlo con una sola condición, para no hacer un llamado al altar. Yo le agradecí la confianza que me brindó, y me comprometí a guardar los límites que había definido.
La unción del Espíritu Santo me ayudó, y cuando terminé la enseñanza, hice una oración general y me senté. El pastor tomó el micrófono y anunció: «Yo antes tenía mis dudas, pero ahora estoy convencido de lo que los ministerios del apóstol y profeta, el bautismo en el Espíritu Santo y los dones son vigentes hoy en día, y como congregación necesitamos proceder en esa dirección.»
Cada uno de los cinco ministerios tiene una unción y responsabilidad particular.
Los profetas necesitan recordar que Dios puso al pastor como autoridad dentro de la iglesia local. Los cinco ministerios deben de colaborar como un equipo bajo la dirección del Espíritu Santo. Esto es posible cuando hay honra mutua, cuando cada uno conoce sus límites y no usurpa la autoridad de otro. El profeta no es mayor que el pastor. Cuando visites una iglesia local, sométete a la autoridad del pastor que preside ahí. El pastor es responsable por la salud espiritual de la congregación. No le dejes un desastre que limpiar.
Sea consciente de las doctrinas que promueven en la iglesia que te recibe.
Si acaso no estás de acuerdo con ellos acerca de una doctrina o práctica, (ejemplo: si las mujeres necesitan ponerse un velo o no), evite ese tema desde el púlpito. Puedes tener una conversación respetuosa con el pastor en privado, porque así aguza el hierro con hierro. Pero no es tu lugar cambiar la visión, estructura, ni doctrinas de la iglesia.
Una de las cosas más dañinas es cuando un profeta invitado levanta ofrendas sin que el pastor se lo pida.
El administrar las ofrendas es la responsabilidad del pastor, no la tuya. Ni promuevas tu propio ministerio o mercancía sin su permiso previo. Tampoco te corresponde ordenar o comisionar a alguien a un cargo ministerial. Es una cosa profetizar cuál es el llamado potencial que uno tenga, pero el pastor sabe si esa persona tiene la madurez, carácter y fruto suficiente para ser comisionada.
Tenga cuidado cuando los miembros de la congregación te piden consejos para sus vidas.
Ese carril corresponde al pastor, no a ti. Permita que el pastor los pastorea. Algunos te harán una pregunta tramposa como, «¿Qué opinas de un pastor que hace tal y tal cosa?» ¡Tenga cuidado! Probablemente, esa persona está ofendido con su pastor, y ahora está buscando que tú, como profeta, justifiques su ofensa o rebeldía. Siempre hay otro lado de la historia. Ejerce prudencia, y sugiérales a tener una conversación sincera con su pastor.
Es normal que algunos miembros de la congregación te busquen para invitarte a comer o a cenar. ¡Gracias a Dios por personas hospitalarias! Más tome en cuenta que el pastor pueda haber hecho otros arreglos. Así que, agradéceles la invitación, e instrúyales a presentarla al pastor para evitar confusión.
Si formas una amistad con uno de los miembros, tenga cuidado a manejar esa amistad de una manera que honra a su pastor, y no para reemplazarlo en sus vidas. He visto a profetas sin escrúpulos dividir iglesias y utilizar a tales amistades para iniciar iglesias nuevas y así hacer crecer su propia red ilegítima. Administrando tus relaciones ministeriales con honra y respeto mutuo, resulta en amistades duraderas, un buen testimonio sin reproche, la Iglesia es edificada y Dios es glorificado.
AUTOBIOGRAFÍA
Profeta
Cliff Bell
Cliff Bell es un profeta apostólico ordenado por Christian International. Cliff ha sido entrenado por el Dr. Bill Hamon y ha trabajado bajo su cobertura desde 1989. Desde 2001 Cliff ha viajado y ministrado como representante del ministerio Christian International a través de América Latina y Europa con su enfoque principal siendo la nación de México. Cliff actualmente es Director de Christian International México, es miembro de la junta directiva de la Red Global Christian International, y brinda cobertura a iglesias en México, Colombia, Venezuela, los EE UU y en Brasil.
Cliff es autor de tres libros, ministra la Palabra de Dios con equilibrio y autoridad. Es buscado por las naciones para brindar enseñanza y entrenamiento profético y practico. Es conocido por ministrar profecías acertadas con humildad y sencillez y con demostración del poder de Dios. Su pasión es levantar una generación profética y apostólica que hace las obras Cristo, exhibe el carácter y amor del Padre, y que establezcan el Reino de Dios hasta que Apocalipsis 11:15 sea una realidad. «Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.»
Cliff y su esposa Dianne, junto con sus cuatro hijos se radican en Edinburg, Texas.